Las aventuras de la Principita Eiko – Cap. 77

¿Otra Cazadora de Cartas?

 Los pétalos de cerezo que dejaban las notas del shō de Sakigami condujeron a Ëlen hacia la parte trasera de la Casa de las Muñecas, a un largo pasillo que terminaba en un panel decorado con un dibujo en acuarela, lo común en toda la casa. La pequeña se había apeado del bastón y miraba divertida el dibujo, un ave azul oscuro, de vientre blanco y cresta amarilla que asía en una de sus alas, o más bien aletas, una sombrilla con la que se protegía del feroz sol rojo que se elevaba sobre una montaña de cumbre nevada. El ave estaba parada sobre un puentecito de madera bajo el cual había un estanque con lirios; al parecer, estaba a punto de darse un chapuzón. La niña, encantada por lo graciosa de la escena, exclamó:

 -¡Qué ave más chistosa! ¿Qué es?

Sigue leyendo

Las aventuras de la Principita Eiko – Cap. 76

Sakigami

 Ëlen jugaba con las muñecas en la cama del dosel de Silky. Con el permiso de Kero, se divertían haciendo burbujas con Nuregami, la carta de agua. La pequeña las conjuraba con el bastón y las muñecas a los saltos peleaban por hacerlas estallar sobre sus hermanas en un rocío iridiscente que les llenaba de ilusión los ojos y las cosquilleaba agradablemente. Tomoyo, mientras daba las últimas puntadas al nuevo trajecito para Ëlen, las observaba con una sonrisa y con muchas ganas de participar de la gritería de las pequeñas. Al fin y al cabo, por más madura que se comportara, era un muñeca que representaba a una niña de diez años y como tal, jugaría encantada con ellas.

Sigue leyendo

Las aventuras de la Principita Eiko – Cap. 75

El caballero de la princesa

 Eiko miró con ilusión al guerrero con pesada armadura que las había salvado del Vals y que se inclinaba reverente hacia su amiga. Steiner reparó en la pequeña, y la escrutó con desconfianza; recelaba de cualquier desconocido que tratara con la princesa, no importaba si fuera una niña, un peluche de la casa o alguna alimaña del bosque. Para él, en tanto no supiera de sus motivaciones, todos eran bribones.

 Sin embargo, Steiner sospechaba por otra cosa; dada la corta edad de la niña, el asombro que había en sus ojos lo advertía de una inminente insolencia infantil, que ya había padecido con Silky cuando pequeña, y que efectivamente ocurrió en cuanto la Principita exclamó:

 -¡Silky, mira! ¡Es el Hombre de Hojalata!

Sigue leyendo

Las aventuras de la Principita Eiko – Cap. 74

El Vals Negro 2

 Contentas por saber de Ëlen y por el tierno y hermoso mensaje que les dejó con el barrilete, Eiko y Silky subieron al bote y se prepararon para partir. Silky, parada sobre la popa y con Mogu sentada en su hombro, hundió el remo en el agua y preguntó:

 -¿Todo despejado, contramaestre Eiko? ¿Podemos zarpar?

 -¿Qué es zarpar?

 Silky meneó la cabeza. Temió que debiera explicarle a Eiko cada palabra de la jerga pirata que pensaba usar y que había aprendido de sus paseos en Kamiki. La niña quiso echarle más emoción al viaje y había propuesto a Eiko jugar a los piratas. La pequeña aceptó encantada. La Principita miraba con el catalejo hacia el horizonte del río como se lo había ordenado la niña, la capitana del barco al que acordaron llamar Princesa Kaguya. La moguri constituía el resto de la tripulación y estaba a las órdenes de Eiko, aunque de momento, a la falta del, según Silky, como mandaban las historias necesario loro, hacía las veces de mascota del capitán.

Sigue leyendo

Las aventuras de la Principita Eiko – Cap. 69

El tesoro de Silky

 Eiko, sentada sobre los talones con Mogu en el regazo, observaba admirada y expectante a Silky. La niña había desamarrado el bote y se encontraba a unos metros del melocotón. Con el sombrero cónico puesto, de pie miraba concentrada hacia el agua, a la que apuntaba con la lanza que había improvisado con una rama afilada sujeta a la espadita de bambú. A un costado de la Principita, crepitaba la fogata que habían encendido las niñas en un círculo de piedras amontonadas y en la cual Silky pensaba cocinar el pez que estaba queriendo pescar.

Sigue leyendo

Las aventuras de la Principita Eiko – Cap. 24

 La Casa de las Muñecas

 La puerta se abrió y Caronte marchó brincando por un oscuro pasillo. La travesía, que duros unos pocos minutos, resultó dura e interminable para la niñas, pues la imaginación les jugó un mal rato en las figuras de fantasmas, arañas y terrores infantiles de diversa índole. El croar que de tanto en tanto daba el sapo ayudaba todavía menos, en especial a Ëlen, que sabía del gusto de los sapos de haraganear donde crecían las margaritas. Pero las sombras aclararon y el grupo dio con la salida. Los recibió bullicioso y fragante un bosque.

Sigue leyendo

Las aventuras de la Principita Eiko – Cap. 23

Los soldaditos de la bruja

 El barrilete asomó entre las nubes malvas del atardecer. Las niñas, hasta donde lo permitió lo duro de sus tallos, torcieron admiradas las corolas y desearon echarse una zambullida en las pastelosas y mullidas nubes. Vivi, cuando vio que el cuchicheo crecía en intensidad, pidió a sus amigas, con toda la amabilidad a la que lo obligaba su timidez, que guardaran silencio, pues algún esbirro de la bruja los podría descubrir. Las niñas se callaron. Pasó un rato y oyeron que hablaban a cierta distancia:

 -¡Un barrilete! Mejor será que no lo deja escapar, o Silky me dará por hueso para el perro.

Sigue leyendo

Las aventuras de la Principita Eiko – Cap. 22

El barrilete remonta hacia el castillo

 Las niñas, pasado un rato recorriendo la aldea, encontraron a Vivi en casa de Peritas. Lo vieron menos cabizbajo, y preguntaron si se le había pasado la tristeza.

 -Un poco. Tuve una charla con Peritas que me hizo bien. Pero lo que importa ahora es nuestro viaje al castillo. ¿Están listas?

 Las pequeñas asintieron. Siguieron a Vivi hacia el jardín de la casa. Los esperaban Peritas y Choco. Ëlen, con pena. comentó a la Principita:

 -Lástima que Ithïlien no podrá vernos.

 -Sí, pero seguro que se pondrá muy contento cuando le contemos. ¡Dale, vamos, no hay que perder tiempo!

Sigue leyendo

Las aventuras de la Principita Eiko – Cap. 20

La Bruja Silky

 Era el mediodía. Bajo un ombú, sentados en un pasto ralo, las niñas y Vivi comían un salpicón de arroz y verduras que el mago que cocinaba en la aldea les había servido en tazas. Vivi sorbió jugo de una cañita y empezó a contar de la bruja.

 -Silky vive en un castillo en el cielo…

 -¿En el cielo?

 -Sí, Ëlen. De tanto en tanto puede verse desde la aldea.

Sigue leyendo

Las aventuras de la Principita Eiko – Cap. 19

Vivi

 Vivi estaba sentado sobre una calabaza dando distraídos tacones con las botas. Pensaba «en cosas» como gustaba decir. Vivi tenía ocho años y el aspecto simpático de un mago negro cualquiera aunque, naturalmente dada su corta edad, era mucho más pequeño, apenas algo más alto que Eiko. Esto, sumado a su carácter inseguro y maneras un poco torpes, hacía que todo aquel que lo tratara lo encontrara entrañable y le tomara particular afecto. Un cuervo rehuía al espantapájaros, y el mago con pena se preguntó: «si dejo de moverme, ¿también asustaré a los cuervos?»

Sigue leyendo

Las aventuras de la Principita Eiko – Cap. 18

Subsaga de los magos negros

La aldea de los magos negros

 Era de medianoche. Los búhos ululaban incansables y Ëlen lloraba y temblaba escondida bajo la manta. Hacía un rato que el viejo de la bolsa, la pequeña no pudo suponer otro responsable, se había llevado a su amiga. Cuando se calmó, la pequeña con algún esfuerzo e insistencia logró llamar a Härï y Mamahäha. Las águilas despertaron y acudieron raudas con ella. El captor las había dormido con hierba morfeo, una hierba que crecía en aquellos parajes desconocidos de la Tierra Media y que era de uso común para los magos negros. Mientras Härï iba por Eiko, abrazada a Mamahäha Ëlen pensó en la suerte de su amiga: la imaginó en un caldero, con el captor que la amenazaba con un cucharón, harto de oírla alborotar la casa con gritos y llantos. Pese a lo macabra imaginación, se reanimó; sabía que Eiko no se dejaría tratar como a un pedazo de calabaza y que antes que pasara un rato su captor habría de estar con la ropa enchastrada de sopa y buscando con odio a la niña, seguramente a resguardo en un rincón imposible para un adulto. La pequeña se rió entre los sollozos y al ratito se durmió.

Sigue leyendo

Las aventuras de la Principita Eiko – Cap. 16

 De artesanías con el Caballero de la Luna

 Con el amanecer, los pájaros que alborotaban el bosque despertaron a Ëlen. La pequeña, emocionada, se levantó a toda prisa para verlos y escucharlos. Nada amaba más hacer por las mañanas. Una pareja de cabecitas negras revoloteaba por el árbol que guarecía a las niñas, Ëlen los saludó alegremente. Los pajaritos, encantados como por magia por la simpatía de la pequeña, agitaron las alas y piaron nerviosos por el cascarón translúcido que los repelía. Ëlen entonces corrió por su arpa; con unas notas alegres el cascarón se desvaneció y los pájaros así cantaron jubilosos en las manos de la pequeña, quien, toda alegría, procuró imitar sus trinos tal como gustaba hacer con cualquier pájaro. Pero bruscamente los cabecitas negras se alejaron. Algo los había asustado.

Sigue leyendo