La cajita de bento
Con el hermoso día que les trajo el teru teru bōzu, las niñas, con Silky al remo y Eiko (con Mogu al hombro) de alborozada y parlanchina vigía, echaron a navegar con el Princesa Kaguya. Parado firme sobre la caverna en la que habían pernoctado las niñas, las observaba, con los ojos humedecidos por una ternura que no quiso contener después de haberlas visto soltar al río, reverentes y, en el caso de la pequeña, graciosamente reverente, el teru teru, Steiner.