Las aventuras de la Principita Eiko – Cap. 65

El panal de abejas

 Las niñas se pusieron en marcha. Silky iba delante tirando de la mano a Eiko, que recelaba del sombrío empedrado que se hallaban transitando, un cerrado sendero enmarañado de cerezos llorosos donde no había más luz que la dada por las farolas de piedra puestas a lo largo del camino. El sol comenzó a titilar en las flores más altas, cubiertas de rocío. La senda, para tranquilidad de la Principita, se fue abriendo. Silky se detuvo de golpe; agazapada, indicó a que Eiko hiciera lo mismo, y señalando hacia delante pidió que mirara. La Principita exclamó:

 -¡Un guardia!

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Las aventuras de la Principita Eiko – Cap. 50

Okami

 La almohadilla de lirio prosiguió plácida su curso por el Río de los Cielos. Eiko, que lucía jovial la sombrilla de Kaguya, parloteó con Mei Ling acerca de las constelaciones que Ammy iba descubriendo mientras pintaba estrellas con la cola. Pero a diferencia de lo ocurrido con Yomigami, las constelaciones no cobraron vida, se limitaron a enseñar sus formas. La abeja animó a la pequeña a adivinar qué animal representaban, y así se entretuvieron un rato.

 -¡Un conejo!

 -Muy bien, Principita. Ese conejo se llama Yumigami y es algo así como el hada de la luna. Lástima que tenemos prisa, porque de lo contrario Ammy te lo habría presentado.

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Las aventuras de la Principita Eiko – Cap. 37

Operación Muñeca de Trapo

 Eiko miraba con suspicacia a la arañita que caía de una interminable hebra hacia el pie del árbol del que acababa de asomar, como un conejo de cuentos, la niña. La mañana en el bosque estaba apacible, y la Principita creyó haberse topado con su primer contratiempo. La niña sintió que la oreja le picaba. A través de la abeja oyó gruñón al Bonta:

 -Una simple araña de saco. No te picará. Vamos, ponte a cubierto en el árbol, de cuclillas y con la espalda en la corteza como te enseñé.

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