Vána, la Valar que Tolkien olvidó

 Vana en el imaginario de Tolkien es una de los Valar que conforman el panteón de Arda. En El Silmarillion es presentada así:

 «Las flores brotan cuando ella pasa, y se abren cuando ella las mira; y todos los pájaros cantan cuando ella se acerca.»

 Una bonita imaginación, un tanto ingenua si se quiere. Vana es tan bonita y candorosa que Tolkien le consagra los tópicos de la naturaleza que en la poesía refieren lo bello. No es poco. Seguro que los poetas élficos encomendaban sus versos a Vana. Bien, esto y una sugerida relación con la Primavera es todo lo que Vana tiene para ofrecernos. La valier, pues, en El Silmarillion es un personaje menor.

vana-tolkien

 En los Cuentos Perdidos la situación es muy diferente. Tolkien imaginó a una gloriosa y deslumbrante Vána —allí con tilde—, tanto que la haría protagonista de algunos de sus mitos más bellos. Vána básicamente es presentada como en el Silma y tenemos además que su relación con la Primavera está manifiesta; para Tolkien, la Valier personificaba a la Primavera. Esto, para un poeta y amante de la naturaleza como el profesor, es un detalle no menor. Pero esto es solo el principio. Llega la narración del nacimiento de los Árboles; Arda estaba en penumbras a causa del robo de las Lámparas y los Valar trabajaban para que el mundo tuviese sus candiles. Cavan dos pozos en una llanura, en uno de ellos sueltan rocas de oro y un fragmento de las lámparas, entonces se acerca Vána y Tolkien cuenta:

 «Allí cantó sobre el montículo la canción de la primavera, y bailó alrededor, y lo regó con las grandes corrientes de esa luz dorada que Ulmo había traído de los lagos derramados.»

 Yavanna, hermana mayor de Vána y que cumple la función de Madre Naturaleza, formula unos encantamientos y brota del pozo un árbol de frutos dorados al que daría por nombre Laurelin —del otro pozo emergería su contraparte de hojas de plata, el Telperion— y que una de las doncellas de Vána habría de regar. En el Silma los Árboles que iluminaban Arda fueron creación de Yavanna, pero en los Cuentos Perdidos sabremos que Vána había participado de su nacimiento, como debía suceder, pues un árbol florece con la mediación de la primavera.

laurelin

 Transcurren los siglos y la desgracia ensombrece nuevamente a Arda. Melkor había herido de muerte a los Árboles y ocurre entonces una de las escenas más bellas y emotivas en la obra de Tolkien:

 «Era el tiempo de la más débil esperanza y una oscuridad profunda como nunca antes cayera había caído sobre Valinor; y todavía Vána lloraba, y había enredado sus cabellos dorados en el tronco de Laurelin y sus lágrimas caían lentamente sobre las raíces…»

 Vána, que llora abrazada a su arbolito. Mi pintura preferida de Tolkien. Es una escena que me hizo desear que Vána perteneciera a nuestro mundo, para así poder darme a ella con fervor. En otras palabras, amé a Vána por esta escena, pero en un sentido diría que místico. Es mucho, pero que mucho, y perdón por la digresión, lo que debo a Tolkien en cuanto a mis creencias.

 «y mientras el rocío de su amor gentil rozaba el árbol, he aquí que una súbita luminosidad pálida nació en esos lugares oscuros. Entonces miró Vána maravillada, y donde sus primeras lágrimas habían caído, Laurelin tuvo un brote que en seguida se transformó en capullos, y los capullos eran todos de oro, y desde allí brotó una luz como un rayo de sol desde detrás de las nubes.»

 Vána es tan amorosa que de sus lágrimas un árbol que ha muerto florece. Vána anuncia que ha vuelto la luz, y los Valar acuden con ella y cantan cuando observan que en sus manos relumbra un retoño del Laurelin. Tulkas dice que los hechizos habían obrado el milagro, pero Yavanna observa el rostro de su hermana y amorosa exclama:

 «¡Ay!, no es así, porque en esto mis hechizos sólo han desempeñado un pequeño papel, y más poderoso ha sido el gentil amor de Vána, y sus lágrimas un rocío más curativo y más tierno que toda la radiación de antaño.»

 Lo que sigue, descripto por Tolkien con una prosa bellísima, da cuenta de la puesta en el cielo del fruto de las lágrimas de Vána, que será nuestro sol. Esta, entonces, es la Vána que había imaginado Tolkien en la versión primera del Silma. De no ser por mi amada Melian, sería en mi lumbre tolkieniana.

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 Pero esto no concluye aquí. Ese baúl de tesoros que son los Cuentos Perdidos guarda un último obsequio de Vána. La destrucción que había provocado Melkor en Valinor obligó a los Valar a aislar su tierra del resto de Arda. Pero Oromë, apenado por las criaturas de Arda, piensa en un sendero que en circunstancias extraordinarias abriese el acceso a Valinor.

  «Oromë fue de prisa al encuentro de Vána, su esposa, y le pidió una trenza de sus largos cabellos dorados.»

  ¡Una trenza de Vána! ¡Qué maravilla de ingenuidad por parte del profesor en sus años jóvenes! Oromë, entonces, empapa la trenza en un resto de radiación del Laurelin, y convoca a los Valar a los dominios de Manwë. Les pide que miren hacia la montaña opuesta y entonces asesta un terrible latigazo con el que ata la trenza, que había dibujado un pronunciado arco, a la montaña.

 «Y de esta obra de Oromë provino esa maravilla de los cielos que los hombres contemplan con admiración y que algunos temen, pues no saben qué pueda augurar. No obstante, ese puente tiene diferentes aspectos en diferentes ocasiones en las diversas regiones de la Tierra, y rara vez se hace visible a los Hombres y los Elfos. Ahora bien, resplandece mejor a los rayos oblicuos del Sol y cuando las lluvias del cielo lo mojan, y es entonces cuando su brillo resulta más mágico, y la luz dorada se quiebra en las cuerdas que gotean en múltiples matices purpúreos, verdes y rojos, de modo que los hombres con frecuencia lo llaman Arco Iris.»

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 ¡El Arco Iris para Tolkien era una trenza de Vána! ¿Ven entonces lo que era originalmente el personaje para el profesor! La tenía en la más alta estima poética. ¿Qué fue lo que sucedió en el Silma? Pues no sé. En lo que a mí respecta, Vána en los mitos de la Tierra Media es la Vána de la que he hablado. Ojalá algún día tengamos un Silmarillion que recoja lo mejor de los textos del profesor, para así Vána pueda brillar como en los Cuentos Perdidos, y lo que es más importante, pues los Perdidos no son textos accesibles, para que mucha más gente pueda saber de cuánto de bello supo imaginar Tolkien para Vána.

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9 comentarios en “Vána, la Valar que Tolkien olvidó

  1. No he leído los Cuentos Perdidos, así que la figura de la vala Vána me había pasado totalmente desapercibida. Gracias por descubrirme esa evocadora prosa del profesor que aún no había leído 😉

    • Sip, Vána es poco conocida. Otra sería la historia si en el Silma hubiese aparecido la Vána de los Perdidos.

      Y sí, lo de Tolkien es impresionante. Yo cuando leí los Perdidos no lo podía creer. Un salu2.

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