Cartas, Tolkien

 Cartas es una extensa selección de la correspondencia hallada entre las cosas del profesor y que fue elaborada por Humphrey Carpenter, su biógrafo, con la asistencia de Christopher Tolkien, custodio del universo de su padre.

 Un libro de lectura obligada para el fan de la obra de Tolkien.

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 Carpenter en el prólogo advierte que con la recopilación no se buscó ventilar la privacidad de Tolkien como si de un libro de la prensa amarilla se tratara, sino que el objetivo era que el lector pudiera tener un entendimiento más profundo de la obra y persona de Tolkien, y para esto nada mejor que la mirada directa y retrospectiva que brindan sus cartas.

 Cartas desde ya que no carece de expresiones puramente personales, como ser el maravilloso retrato realista que Tolkien construye de las mujeres cuando en una carta habla a Christopher de lo que los hombres, todavía inmersos en la cultura caballeresca cargaban con desmesura sobre ellas; «no son ángeles, sino compañeras de caída», esgrimía desde su devoción católica; tampoco echaremos de menos meras trivialidades, como ser cuando el profesor cuenta a Christopher, que se hallaba de reserva en el ejército británico durante la Segunda Guerra, la tarde laboriosa que había pasado emparchando una rueda de la bicicleta; y tampoco los cotilleos y chismorroteos que involucrarán por ejemplo a su célebre par, compañero de veladas con los Inklings y amigo más cercano durante años, C.S Lewis. Pero las cartas casi siempre guardarán alguna relación con Tolkien como escritor.

  Con la primer parte del libro, que abarca desde los esbozos de El Hobbit hasta la publicación de El Señor de los Anillos, sabremos de qué es lo que fue llevando a Tolkien a narrar las aventuras de los hobbits y de las dificultades que tuvo a la hora de publicar los libros, sobre todo El Señor de los Anillos, con el que profesor en un principio estuvo duro con la intención de que debía ser publicado en conjunto con El Silmarillion, cosa que finalmente no le fue posible. En estas cartas descubriremos a un Tolkien apasionado y poco dado a la parquedad cuando tocaba hablar de su mundo, especialmente cuando el entusiasmo lo llevaba a los relatos del Silma, y riguroso con que los editores publicaran los libros conforme a sus deseos. Es gracioso cuando al editor de El Hobbit, en relación a la edición norteamericana de la novela, Tolkien advierte que no quiere nada que recuerde a Disney en las ilustraciones para el libro, pues aborrecía al estudio del ratón Mickey.

 Durante los años de publicación de las dos novelas, podremos apreciar que la escritura de El Señor de los Anillos ocurrió en un tiempo difícil para el profesor, con uno de sus hijos, Christopher, de conscripto para la Segunda Guerra. Son muy bellas las cartas que Tolkien escribió a su hijo, y nos enseñan lo importante que fue Christopher para que El Señor de los Anillos fuera terminado. Eso sí, también cuenta Tolkien que C.S Lewis, con el que se compartían sus escritos, fue otro gran y decisivo aliento.

 Con el éxito de El Señor de los Anillos, encontraremos a un Tolkien próximo a jubilarse de la docencia y convertido en una celebridad que era agobiada por innúmeras cartas de lectores que ansiaban saber más de la Tierra Media y que lo acuciaban con todo tipo de cuestiones, que iban de, cómo no, Tom Bombadil a elucubraciones filosóficas, religiosas, morales, geográficas, lingüísticas, étnicas, todo lo que se encuentra en un foro Tolkien. Las cartas a los lectores son un inestimable recurso para los debates tolkiendili, je, y, si no se tiene inmediato interés en inteligir algún asunto, la parte que más pesada se hace para leer del libro.

 Lo dicho, lectura de visita obligada para el fan de Tolkien. Cierro con un hermoso extracto de una carta que Tolkien comenta a Christopher y que un niño de doce años había escrito, allá por 1944:

 «Estimado señor Tolkien: acabo de leer su libro El Hobbit por undécima vez, y quiero que sepa lo que pienso de él. Creo que es el libro más maravilloso que haya leído nunca. Cáspita, me sorprende que no sea más popular… Si ha escrito otros libros, ¿me enviaría, por favor, sus títulos?»

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