Naru (Molly) y Nephrite son protagonistas de una de las historias más recordadas de Sailor Moon: una chica de 14 años que encontró su primer amor en un villano que hallaría en ella una felicidad que le era desconocida: el sentirse amado y la necesidad de corresponder ese cariño.
Sin embargo, hoy esa historia a muchos resulta, como poco, atroz…
¿Por qué? Bueno, para aquel al que ha picado la curiosidad la entrada y no ha visto Sailor Moon, diré que Nephrite era muy mayor para Naru. Hablamos de un sujeto que se presentaba como profesor de tenis y empresario, que andaba en una Ferrari y que hacía suspirar a la profesora del curso de Naru (y Usagi), es decir, a las mujeres adultas.
Nephrite, pues, aparece en Sailor Moon como un playboy, un adulto que para una chica de la edad de Naru no tendría que tener más relación que en la forma de un alocado sueño romántico. Pero dado que sospechaba en Naru algún vínculo con lo que él ambicionaba, el Cristal de Plata y derrotar a Sailor Moon, Nephrite buscaría aprovecharse de ello enamorándola.
Y he ahí lo de atroz que comentaba. Naru, una niña, es expuesta a una relación abusiva en la que un adulto juega con sus sentimientos y la manipula para triunfar sobre el enemigo. Dado que hablamos de un anime para niños, hoy esta historia resulta a muchos reprochable o al menos incómoda.
No sé con el subtitulado o en otros doblajes, pero el diálogo con el que Nephrite deslumbra a Naru en el doblaje para Latam. hoy llevaría al escándalo. Decía algo así: “de las niñas del club de tenis eres la más bonita. Siempre me has gustado mucho, pequeña”…
Ahora entonces, ¿a la hoguera con el amor de Naru por Nephrite, Nephnaru como lo llama el fandom? Diablos, no. A un lado la conciencia respecto al abuso y acoso infantil que antes no existía y ahora sí, esta historia antes que nada siempre habló de la inocencia, y de una probable inconsciencia, del primer amor y de la redención que puede obrar en un corazón pérfido el recibir algo de cariño.
Pensemos por ejemplo en otro amado amor trágico en el anime de aquella época y que involucra a niños de 14 años, en Saint Seiya, con la muerte de Esmeralda a manos de su padre, después de que ella quisiera salvar a Ikki del maltrato mortal que estaba recibiendo. Nadie hoy pretende leer esa historia como una aborrecible expresión de violencia infantil. Todos, conmovidos por un romance tan bello, seguimos llorando con Ikki y por Ikki a la inocente Esmeralda. Con Naru y Nephrite, pues, ¿por qué ha de ser diferente? ¿Por qué quedarnos con lo turbio cuando la historia halló sanación con un poderoso mensaje de amor y con la desarmadora inocencia de una invitación a una malteada de chocolate?
¡La malteada de chocolate! ¡Qué expresión de amor por parte de Naru más ingenua y hermosa! La historia no pudo encontrar desenlace más tierno que esa dulzura de Naru y el sincero deseo de Nephrite de corresponder a la chiquilla que lo amaba al menos con una chocolatada. Al final la muerte de Nephrite no lo haría posible, pero Naru, para nuestras lágrimas y alivio romántico, pudo conservar la promesa de una malteada con él en su corazón.