Me encantó la película. Linda sorpresa. Temí que habría de estar ante un producto infumable como BvS y MoS, pero no, aun con sus inconvenientes, resultó ser entretenimiento de superhéroes puro y duro, una peli que reconcilia al DCU con sus raíces, que son las historietas para niños.
Pero la entrada no es para hacer una crítica o reseña, sino para hablar de un detalle que DC no supo aprovechar. Marvel lo habría hecho.
Y lo que quiero comentar no involucra precisamente a un superhéroe, sino a la niña rusa que atrincherada en casa con su familia padece el asedio de los parademonios. Un tramo de la película que resultó no aportar nada, pero que bien resuelto pudo haber dado para una escena memorable, o cuanto menos, para mí gusto, muy graciosa.
La familia está desesperada. Se les terminan las provisiones y lo que les resta es confiar en que alguien los rescatará. La esperanza es débil, porque Superman está muerto. La niña oye la conversación desolada de sus padres; callada y seria sale de su refugio bajo la mesa y a gatas marcha hacia el aparador que tenía delante. Lo abre y saca un insecticida. Ella había visto uno de los parademonios, y con sus siete u ocho años sin dudas que los tomó por mosquitos gigantes, o algún bicho similar al que podría matar con un mata cucarachas. Una escena simpática que mucha gente habrá calificado de tonta, propia de Disney y no de Nolan. A mí me entusiasmó, porque creí que era el puntapié para una gracia posterior.
Pero he aquí el asunto. La escena quedó sin resolver. La gracia de la niña con el insecticida debía concluir con la niña, pongamos que mientras huía con su familia en la camioneta, echando toda seria y resoluta una rociada a algún parademonio. Y entonces, claro, lo que hubiese seguido era el bueno de Superman, por fin ya querible Superman, uno de los grandes aciertos de la película, que aparece para mandar a volar al parademonio y concluir la escena pidiendo a la azorada niña el insecticida y advertir entonces a los padres, con expresión grave y amable, que «los insecticidas deben estar fuera del alcance de los niños». Luego Superman despide a la niña, que lo mira boquiabierta, posando una mano en su cabeza, y vuela a patear el trasero a los parademonios. El público estalla en risas y aplausos.
¡Ja, ja! Bueno, la escena no necesariamente tendría que haber sido resuelta a lo Christopher Reeve. Es lo primero que se me ocurrió. Pero rayos, que la niña con el insecticida cantaba a gritos por la rociada a un bicho y la inmediata y divertida aparición de Superman no me lo quita nadie. Marvel (la de Guardianes 2, plis, no la de Ragnarok) no habría dejado pasar esta escena. Lástima.
Bienvenido, Clark.